II
No he podido morir porque empezó a llover anoche,
pero, a decir verdad, ya no me duele aquello
tanto como entonces, ya no me tumba tanto el cuerpo
como antes. No he podido llegar, pero no importa:
han sucedido cosas a todo esto: nacieron gentes
y vinieron visitas y pasaron tranvías largos como la noche;
mi único traje se volvió ceniza, mi triste hueco
se largó a paseo, me atardeció de pronto,
no sé, sin enterarme; luego empezó a llover y no hubo tiempo,
no hubo manera de llegar a parte alguna; me encontré
de repente sin memoria, y olvidé todo aquello que me hería.
Debo decir que era una lluvia oscura la de anoche
(no sé si me entendáis, quiero decir que era una lluvia
venida de muy lejos, venida desde debajo de la tarde
como un montón de niebla sollozante, como un grito;
no sé si me entendáis, era como mujer que llega a despedirse);
debo decir que era una lluvia fría la de anoche,
un encontrarse de pronto en un espejo, llamando a no sé quién
con qué silencio, llamando a no sé quién con qué alarido.
Debo decir que era una lluvia hosca de anoche.
No he podido morir pero no importa. Me quedan otros trozos
de pellejo y otros dientes, y a lo mejor mi traje funeral
no está bien hecho. Olvidé tantas cosas desde anoche
que olvidé que mi cuerpo estaba roto y ahora está
no sé dónde, cayéndose de olvido; de esto, a veces,
me acuerdo con nostalgia; salgo por él gritando
como un loco, y acabo sin remedio tropezando.
Debo encontrar un cuerpo que me aguante: mi único traje
se volvió ceniza, y no me queda piel con que ir a mis entierros.
Para decir verdad ya no me duele aquello como antes.
Tengo recuerdos de mujer trozándome los labios
y ganas de llegar a alguna parte. No sé si me entendáis:
es un poco de polvo que me aguarda, un montón de silencio
que me espera. Traigo recuerdo de mujer crujiéndome
en los huesos y un hoyo, aquí, que me lastima.
No he podido morir, pero no importa:
desde anoche me duele el esqueleto,
y eso quiere decir que estoy llegando.
Han sucedido cosas, a todo esto: murieron gentes y se fueron
visitas y pasaron noches largas como tranvías y anocheció
de pronto, no sé, sin enterarme; yo me encontré metido
en un espejo (debo decir que era una lluvia fría,
decir que era una lluvia que golpeaba), llamando a no sé quién
con qué silencio, llamando a no sé quién con qué alarido,
con qué ganas de llegar a alguna parte.
Ya no me crece yerba en el olvido; me acostumbré, sin duda,
a tanto oscuro, y a lo mejor mi traje ya está listo:
es cosa de buscar en los armarios donde mi cuerpo,
a veces, se refugia.
Podría añadir algunas cosas, pero, a decir verdad,
aquello ya no duele como entonces.
Traigo recuerdos de mujer siguiéndome los pasos
y un hoyo aquí, bajo la piel, que no lo aguanto.
mardi 30 novembre 2010
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Hermano, ya no has publicado..
RépondreSupprimerBueno, en realidad eso no importa..
Sólo escribo porque ya debe ser allá tu cumpleaños, y ps nada, sólo quería mandarte un abrazote machín y ps decirte que te extraño mucho, y espero que estés disfrutando todo eso que te toca vivir.
Te espero acá para darte tu abrazo.
Te quiero mucho, ya sabes.
Saludos a la jolie Franziska (:
Beso.