Y pasada la felonîa, uno camina succionado por el mundo
con paso de furriel atâvico
creyendose el almîbar
el punto G de cualquier paquidermo.
Pero deveras, deveritas
hay que tener ovarios de elefanta
realmente
para lamer sin asco la vulva putrefacta de noviembre
y de paso
sin escaldarse el dorso
sin espinarse la lengua
atreverse a acribillar una bôveda violada por cualquiera
un globo que desciende en una corriente diurnamente mortuoria
friolera, lamentable, semicômica...
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