mercredi 19 mai 2010

De Los Lagartos...

...Pero cuando anda agreta, va y te hace la vendetta...



No me mames la pelotas, le dije a Ludano escudriniando, y eucte penetrando el paso, incitando el derrotero, extâtico desierto del sucida...

I

Situemos la lengua del lagarto, la cava, la caverna, a tres metros y medio del incendio; hay una soga iracunda, un troncho que tergiversa las ôrbitas vacîas de un octubre raîdo por graznidos de morbo, un lâtigo que cuelga del cielo, ponzonioso, un dios lamentable, impotente sexualmente cribable, y ahî, casi vehemente, traslûcido, clarividente, iridiscente como un bûfalo policromado, el cuerpo hermoso, con aorta estupefacta, semidesnudo, goteando laxo noctilucas por las muecas prefabricadas ante uranios moscovitas; Pero hay algo, algo me habla por sus muslos, una boca enllagada que exhala gemidos a los sordos, esas rodillas latiendo y agonizando, prôximas al ûltimo ladrido, similares a los perros polvorientos y a los gallos que gimotean a los fantasmas extranjeros, extraviados en un rancho que incita al olvido, y que me dice desde la linfa prosigue rebotando en sus arterias semisecas, aclimatadas, evolutivas velozmente a un paso desenfrenado de sequîa carroniera, con pâjaros disecados en el alambre de cualquier obituario, como labios con pûas, labios atrincherados, otros mâs bêlicos, arcaicos, secunmundialmente mutables, de color avinagrado, rancios pero meciêndose sin prisa, a sabiendas del dîa en que dejarân de fermentar las crinas, las alas y las nalgas del tiempo del ti y asciendan cenitales al llamado de mis lenguas de pâramo
(sedientas todas las atômicas cosas)...

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